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domingo, 8 de mayo de 2011

RELIGIONES DE AUSTRALIA Y OCEANIA

Las religiones étnicas en Australia y Oceanía: En Australia y Oceanía perduran un número importante de grupos étnicos que mantienen formas religiosas ancestrales es la zona del mundo donde la colonización y el impacto moderno han sido más recientes.
Las religiones en Australia y el Pacífico: En Australia los grupos aborígenes desarrollaron formas religiosas centradas en la caza y en los cultos a los antepasados que daban cohesión a las agrupaciones humanas.
Daban gran importancia al mundo de los sueños, que estimaban más real y más próximo a los dioses que el mundo de la vigilia, que estimaban imperfecto. El arte aborigen australiano, que todavía se realiza en la actualidad, tiene un importante significado religioso y sirve para mantener vivas las creencias ancestrales en su en ocasiones complicada adaptación al impacto del mundo moderno.
En Oceanía se distingue entre el ámbito de Melanesia, donde los rituales principales se centran en la propiciación de las cosechas y en el intercambio ritualizado de bienes y el ámbito de Polinesia donde los rituales más importantes se dedicaban a ensalzar el poder de los gobernantes. Resulta ejemplar el caso de Hawai donde los gobernantes eran tenidos por seres sobrenaturales. Así como en Melanesia no hay poderosos especialistas en la religión, en Polinesia existían importantes grupos de sacerdotes, y eran especialmente notables los que aconsejaban a los soberanos.
El ámbito de Papúa-Nueva Guinea resulta especialmente interesante pues se mantienen sociedades de agricultores muy poco influidas por el mundo moderno, como los baruya o los tsembaga que tomaremos como ejemplos.
Los baruya
Las sociedades preliterarias son muy variadas y en ellas la religión cumple una serie de funciones diversas. De entre los testimonios que han ido consolidando la etnografía y la antropología, el caso de los baruya de Paptia-Nueva Guinea es un ejemplo que demuestra que la ideología grupal está claramente sesgada hacia la dominación masculina y el sometimiento femenino.
La mujer. si bien tenía un papel destacado en la horticultura y la porcinocultura quedaba rebajada comparativamente con la valoración que se daba a los grandes hombres como guerreros, chamanes, cazadores de casuarios (animal parecido al avestruz) o productores de sal, a cuyo nivel de realizaciones y prestigio jamás podía llegar ni SiqUr la más hábil de las mujeres. Solamente el estatus de chamana estaba abierto a la mujer. mientras los otros tres eran exclusivamente masculinos.
Muy interesante en la ideología baruya es el papel del cazador de casuarios, anima! a que independientemente de su sexo biológico se consideraba como encamación ce la feminidad en estado salvaje y esencialmente peligrosa.
Para el casuario no se podían emplear las técnicas habituales de caza, como el arco, había que conseguir matarlo sin efusión de sangre y por medio de trampas. El método de caza se decidía después de ingerir hongos alucinógenos y un sueño premonitorio revelaba al cazador el momento en el que se había producido la muerte del causario, cuya  carne era tabù para las mujeres y cuyas plumas servían entre otras finalidades para el tocado de los chamanes. La caza del casuario materializaba el poder del hombre extraordinario frente a la perversa feminidad.
El chamanismo baruya, por su parte, está abierto a hombres y mujeres, y miembros de ambos sexos pueden demostrar sus capacidades para vencer a enfermedad, la muerte, para proteger el grupo e incluso algunas mujeres pueden poseer un poder chamanico superior al de la mayoría de los chamanes hombres. Pero están imposibilitadas para realizar dos actividades fundamentales: una es llevar a cabo la guerra espiritual contra los enemigos, demostración del poder de los más grandes chamanes, y la otra es el descubrimiento de una chamana y su iniciación, que dura mucho menos tiempo que la de los chamanes y que solamente pueden dirigir los hombres.
De este modo, aun respetando la innegable capacidad de gestión de lo sobrenatural de las mujeres, los baruya consiguen someterlas por medio de la presión religiosa a la par que por otros medios menos sutiles.
Los tsembaga
Los tsembaga maring de Papúa-Nueva Guinea son horticultores y porcinocultores, como los baruya, y han desarrollado una serie de ceremonias dedicadas a los antepasados, ávidos de ofrendas de carne de cerdo, que tienen que ver directamente con la ecología y el control grupal sobre el territorio, La gran ceremonia se denomina kaiko y se realiza cuando las piaras, al cuidado de las mujeres, son lo suficientemente voluminosas como para resultar excesivamente competitivas con los humanos. Este Lipso de tiempo coincide con el ciclo de 1 2 a 20 anos que tarda el bosque en regenerarse y ser apto para la horticultura.
El bosque está simbolizado en su crecimiento por un árbol el rumbim, plantado actualmente al final de una guerra en la que el vencedor desaloja al vencido. Una vez que se regenera el bosque, se considera que los espíritus de los enemigos muertos han abandonado el territorio en litigio y los vencedores pueden empezar a cultivarlo.
Este rito, aunque complejo y de ciclo largo, resulta una estrategia eficaz para pautar la agresión: solo se puede guerrear tras realizar un kaiko, es decir, cada 12 o 20 años. El consumo de cerdos por el grupo que planea la agresión y sus aliados crea una red cruzada de agresiones de potencial amistad, y enemistad, en que se basan las alianzas militares.
Al mismo tiempo, la época de paz coincide coincide con el tiempo que tarda en regenerarse el bosque sometido a una horticultura intermitente. Por tanto, el ciclo guerrero-ritual cumple entre los tsembaga maring el papel de preservar el ecosistema de una presión  antrópica indiscriminada.
Fuente Consultada: Enciclopedia del Estudiante (Santillana - La Nación) Tomo 17 Religiones y Cultura

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