JESUSCRISTO

jueves, 3 de marzo de 2011

ORACIONES QUE NOS AYUDAN EN MOMENTOS DE MINISTRAR LA LIBERACION

Confesión y oración general

"Señor Jesucristo, yo creo que eres el Hijo de Dios. Tú eres el Salvador que vino en carne para destruir las obras del diablo. Tú moriste en la cruz por mis pecados y te levantaste de los muertos. Ahora confieso todos mis pecados, de los que en este momento estoy consciente. Me arrepiento de cada uno de ellos. Te pido que me perdones y me limpies con Tú sangre. Yo creo que Tú sangre me limpia de todo pecado. Gracias por redimirme, limpiarme y santificarme con Tú sangre."

Oración de perdón

"Señor me hirieron y conspiraron contra mí, pero en obediencia a Tú mandamiento yo perdono a cada persona que me hirió de ese manera. Voluntariamente los perdono (nombre a la personas tanto vivos como muertes). Te  pido Señor que bendigas a cada una de esas personas; yo las amo con Tú amor, y les pido que también me perdonen. Porque Tú me perdonaste yo también me perdono y me acepto en el Nombre de Jesucristo. La maldición de falta de perdón ya no tiene poder en mi vida."

Oración contra el ocultismo

"Yo confieso el pecado por involucrarme en ocultismo. Confieso haber buscado en Satanás la ayude que solo puede venir de Dios. Renuncio a toda actividad ocultista; renuncio a Satanás y sus obras. Me suelto de él y recupero el terreno que le entregué. Escojo la bendición y no la maldición. Escojo la vida y no la muerte."

Rompiendo ataduras impías del alma

"En el nombre del Señor Jesucristo, ahora renuncio, rompo y me suelto de todo dominio y atadura demoníaco ejercida a través de mi madre, mi padre, mis abuelos y de todo ser humano, vivo o muerto, que me ha dominado y controlado de cualquier manera. Te agradezco Señor por liberarme."

Rompiendo maldiciones heredadas

"En el Nombre de Jesucristo, ahora, yo y mi familia renunciamos, rompemos y nos soltamos de toda maldición heredada, y de toda atadura demoníaca puesta en nosotros como resultado de pecados, transgresiones o iniquidades transmitidos a través mío, de mis padres o de cualquiera de mis antepasados. Yo confieso los pecados de mis antepasados."

Soltándonos de hechicería, brujería y poderes relacionados

"En el Nombre de Jesucristo ahora reprendo, rompo y me suelto así como suelto a mi familia, de toda maldición maligna que fue impuesta a través de personas, cultos o fuente ocultista. Yo ordeno a cualquier poder demoníaco que me deje en el nombre del Jesucristo. Yo soy la cabeza y no la cola. Yo estoy encima y no debajo."

Oración para acercarnos a Jesús como liberador

"Voy a ti Señor como mi Liberador. Tu sabes todos mis problemas, las cosas que me atan, que me atormentan, que me asedian. Me suelto de todo espíritu de las tinieblas, de cualquier influencia maligna y de toda atadura demoníaca, de todo espíritu inmundo que esta en mi.



Yo ordeno a todos los espíritus demoníacos que me dejen ahora, en el Nombre de Jesucristo. Confieso que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, redimido, limpiado y santificado por la Sangre de Jesús. Por lo tanto, Satanás no tienes ni lugar ni poder en mí ya que soy libre a través de la Sangre de Jesús." Rompiendo maldiciones confesadas



En el Nombre de Jesucristo confieso todos los pecados de mis antepasados, y por la redención en la sangre de Jesús, rompo el poder de cada maldición transmitida a mí por la línea ancestral. Ahora confieso y me arrepiento de cada y de todo pecado que cometí, conocido y no conocido, y acepto el perdón de Cristo. El me ha redimido de la maldición de la ley. Escojo la bendición y rechazo la maldición. En el nombre de Jesucristo, rompo el poder de toda maldición que se habló contra mi persona. Cancelo la fuerza de toda predicción proferida en mi contra, intencional o no, y que no fue pronunciada de acuerdo a las bendiciones prometidas por Dios. Yo bendigo a todos los que me maldijeron. Yo perdono a toda persona que me calumnió y que habló maldición en mi contra. En el Nombre de Jesucristo yo ordeno que todo espíritu de maldición me deje ahora."

Compromiso con Cristo
Padre celestial, yo soy tu hijo, redimido por la preciosa sangre de Jesús. Tú me diste vida y ahora yo te doy mi vida. El deseo de mi corazón es el de glorificar tu nombre. Yo soy un Embajador de Cristo y un ministro de la reconciliación. Yo te amaré, obedeceré y serviré todos los días de mi vida en Tú fuerza Amén.

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